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14 de octubre de 2007

Chagall en la fundación Pierre Gianadda



Leonardo Gianadda nace en Martigny (Valais) en 1935, nieto de un emigrante piamontés. Entre unas cosas y otras se hace con una fortunita. Compra unos terrenos en Martigny para construir unos apartamentos y al empezar a excavar descubren los restos de un templo galo-romano. En ese momento, se producen tres sucesos luctuosos en su familia: la muerte de su padre, la muerte de su madre al ser arrollado su coche por un tren y la muerte de su hermano Pierre en un accidente de avión en Italia. En 1977, Leonardo Gianadda constituye la fundación Pierre Gianadda en memoria de su hermano.
No se sabe bien cómo, Leonardo consigue organizar exposiciones con piezas de los más grandes artistas pertenecientes a los más grandes museos del mundo. Las exposiciones de la fundación consiguen atraer a seis millones de visitantes en 25 años. Es todo un logro, teniendo en cuenta que Martigny es una pequeña ciudad de 15000 habitantes al pie de los Alpes.



Marc Chagall nace en Vitebks (Bielorrusia) en 1887. Su familia es judía. En 1922 deja Rusia y se instala en Francia. Allí obtendrá la ciudadanía francesa y morirá en 1985. Tras su salida de la URSS, el gobierno soviético prohibe estudiar su obra. El régimen nazi incluye tres de sus obras en la muestra "Arte degenerado" celebrada originariamente en Munich en 1937. Viaja y expone en el resto del mundo, sobre todo en los Estados Unidos, Israel y Europa después de la II Guerra Mundial.

E me propone ir a ver la exposición un domingo de octubre. Como el saber no ocupa lugar ( entre otras razones ) cogemos el buga y vamos hasta Martigny donde nos espera Chagall, sus parejas de novios, sus cabras,los gallos, los acróbatas, los violines y sus vuelos sobre las ciudades. Algunos de sus cuadros están pintados en 20 años. Las cabras y los novios aparecen por doquier. Una pared entera de la sala la ocupa una tela pintada para el teatro judío Kamerny en 1920. La abundancia de cabras me vuelve loco y después de un rato salimos a que nos den el aire fresquito de las montañas y el sol del Valais y a tomarnos un café para ayudar a la digestión de este empacho cultural.

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