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3 de abril de 2009

Adiós, Marea, adiós

Cuando me vine a Mad decidí que quería prescindir del coche. En Mad el transporte público funciona razonablemente bien y el coche suele ser una fuente de disgustos, sobre todo económicos, por no hablar del aparcamiento. Así que una vez que el Marea me trajo sano y salvo a Mad junto con todos mis enseres (aparte del incidente del gabacho y el destornillador) me llevé el coche de vuelta a Gva en compañía de P-iPhone. Se lo encasqueté a Jtron para que me lo vendiera y parece ser que ya hay comprador.

Ha costado venderlo un poco, supongo que por la crisis, ya que si la gente no se compra coches nuevos, mucho menos se los va a comprar de segunda mano. Y encima este coche se estaba ya volviendo carito de mantener y ahora que soy pobre (relativamente) no me apetecía seguir dejándome miles de euros en amortiguadores, filtros, motores de arranque, discos de embrague, correas de distribución y demás artefactos electromecánicos que hacen posible el milagro del automovilismo. Sobre todo si te puedes dejar esos miles de euros en cañitas, croquetitas, miguitas, patatitas bravas, calamarcitos y demás delicias de la gastronomía nacional.

En fin, mi fiel Marea, jamás olvidaré el viaje aquel en cuarta a Torino porque se te había jodido el embrague ni tu noble comportamiento en todo tipo de rutas de montaña, nevadas o sin nevar. Espero que seas feliz con tu nuevo dueño y que hagas muchos más kilómetros por las hermosas carreteras del pays de Gex o de la Haute Savoie. Hasta siempre.

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