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7 de junio de 2010

Sierra de Gata

El día 3 dan fiesta para celebrar que el uno de mayo fue sábado, así que me voy con C dar una vuelta por la sierra de Gata. Lo primero que me llama la atención cuando nos aproximamos a nuestra base de operaciones, Robledillo de Gata, es que está todo muy verde, hay mucho monte y se ve mucho río con agua. Robledillo está en el fondo de un valle y hay que dejar el coche a la entrada del pueblo. Vamos andando por la calle principal con el equipaje y en seguida damos con nuestro alojamiento. Después de comer y echar una siesta, nos damos un paseo por el GR10 hasta Descargamaría y vuelta. A la mañana siguiente, llegamos en coche a Villamiel. Es algo tarde y casca el sol que da gusto, pero como el camino al principio va entre melojos, se camina bien. En un momento dado no quedan más melojos y de ahí a lo alto del Pico Jálama no hay sombra que valga. Rodeamos el pico por la derecha y, cuando empezamos a subir por la ladera, nos encontramos a un pastor que nos ha visto y se viene a charlar un rato y, de paso, subir a echarle un ojo a las cabras. Hace un calor infernal y, a mitad de subida, decidimos dar la vuelta. Vemos al pastor algo más abajo y bajamos a despedirnos. Él tiene que bajar aún hasta El Acebo, un pueblo que se ve abajo y nosotros deshacemos lo andado y llegamos al coche a las seis. Paramos en Villamiel a comprar comida y nos volvemos a Robledillo.

El sábado decidimos madrugar y buscar un chorro (cascada) de los que tanto abundan por la zona para refrescarnos un poco. Salimos andando del pueblo por el GR, en dirección a Ovejuela, ya en las Hurdes. La primera hora y media se nos pasa subiendo, atravesando una vegetación densísima hasta que llegamos a la cresta que domina el pueblo. Una vez arriba, descubro que sigo siendo alérgico, aunque yo pensaba que se me había pasado, y que tengo los ojos como pelotas de ping pong. Paramos un rato a la sombra de un pino y, cuando se me pasa el ataque, seguimos por una pista hasta coger el camino que baja a Ovejuela. El camino va entre castaños, pinos y alguna encina que otra hasta que encontramos un desvío y bajamos hasta el Chorrituelo. Nos sorprende no encontrarnos a casi nadie, sólo hay una pareja que viene de Ovejuela y que se van nada más llegar nosotros, así que tenemos la cascada y la poza de al pie para nosotros. Hace calor y el agua está fresca así que nos quedamos allí un buen rato hasta que decidimos volver.

Con la tontería se ha pasado el puente en nada, así que el domingo nos adentramos en las Hurdes con el coche. La carretera principal, en muy buen estado, atraviesa lomas en las que sólo se ven árboles quemados. Al llegar a Nuñomoral, la carretera empieza a subir por las laderas, atravesando alquerías de casas colgadas encima del barranco hasta llegar al Gasco, desde donde sale un caminito que en menos de cuarenta minutos nos deja al pie del chorro de la Meancera. Algo más pequeño que el de ayer, sin pocita para bañarse pero con el agua mucho más fría. Ya sólo queda la vuelta a Mad y dejar atrás estos pueblos casi perdidos que están a la vez tan cerca y tan lejos.

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