El peregrinaje por los festivales de cine nos lleva esta vez a Sevilla. ¿Por qué? Pues porque hace bueno,y por el finito, la manzanillita, la tapita y el arriquitáun. El festival es de cine europeo y este año tiene como invitado especial al cine holandés, una de cuyas películas suscita división de opiniones entre los asistentes: truño enorme para unos y película del festival para otros, ejem, pero cuya proyección se ve rodeada por la presentación del ciclo holandés, un premio a una señora (y a su difunto marido) , Marceline Loredan-Ivens, cuyo discurso nos emociona, y una invitación por parte del agregado cultural de la embajada holandesa a un cocktail después de la película. Acaba la película y en el bar del casino Lope de Vega cenamos por segunda vez gracias a Holanda, ese gran país. Las otras películas que vemos en el Lope de Vega, Chicas y Mr.Nice, son presentadas por sus directores y, aparte, Carmen Maura, la primera, y Luis Tosar, la segunda, en la que tiene un papel absurdo adornado por un terrorífico bigote a la mexicana.
Pero la película que más gusta al contingente es la noruega Upperdog, que narra una noruega historia de huérfanos adoptados y desencontrados que se reencuentran por casualidad mientras se enamoran de terceras personas que pasaban por ahí y que también tienen cosas que contar. En mi modesta opinión, la peli no está mal pero no es para tanto, pero el desnudo frontal del protagonista asiático convence a las asistentes de que esa, y no otra, es la mejor película visionada.
Conclusión: buen ambiente, buen tiempo, pelis correctas y comida hasta reventar, a buen precio. Sevilla es un buen destino.
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