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16 de junio de 2013

De Colmenar a Manzanares

El clima castellano es muy duro. El sol pega fuerte un sábado de junio a las doce de la mañana cuando salgo de la estación de cercanías de Colmenar Viejo. Voy sin mapa pero sé que quiero ir a Manzanares por el camino que comparten el camino de Santiago madrileño y el GR-124. En Colmenar se ve algún poste que otro del GR, pero lo que se encuentra una vez que se acerca uno al centro del pueblo desde la estación son las flechas amarillas del camino. Tras atravesar urbanizaciones, porque Colmenar también ha sido pasto del fervor urbanístico, se llega a una glorieta por terminar y se sale del pueblo. El camino va entre muros de piedra hasta que sale al puente del Batán, justo debajo de la carretera de Cerceda. No hay mucha sombra que se diga. Desde ahí tomamos una cañada ancha y soleada, adornada en los lados con las peculiares flores violeta de la lavandula stoechas. El Yelmo sobresale por encima de la ladera del monte que estamos recorriendo y lo vamos dejando atrás. En un momento dado, el camino gira a la derecha y aparece de frente Manzanares. El camino baja hasta el embalse, lo cruza y ya está. Mientras espero el autobús, aprovecho para tomarme una horchata en la heladería de la plaza, rememorando viejas costumbres.

Nota ornitológica

A la salida de la estación de Colmenar me pasa volando por encima un milvus milvus. Pasa tan cerca que sin prismáticos se distinguen perfectamente los colores pardo-rojizos y las manchas blancas de las primarias. A mitad del camino, esta vez gracias a los prismáticos, observo por primera vez en mi vida un ejemplar de lanius senator, al que luego sigue otro. La combinación de negros y blancos y píleo y nuca rojizos son muy característicos. Para terminar, observo varios ejemplares de milvus migrans sobrevolando la cola del embalse de Santillana.

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