Llegué a Lugo el martes al mediodía. Allí me estaban esperando F,A,S y Ella. S se iba a Santiago a las cinco, así que comimos en el centro de la ciudad y después de que Ella dejara a S en la estación de autobuses, nos fuimos a la playa. La playa esta no es como las horrorosas, salvo excepciones, playas mediterráneas. Son kilometros de arena, no están llenas aunque de vez en cuando llueve, hace frío o sopla el viento incluso en agosto. Según los indígenas, en dos meses de verano puede haber quince días de buen tiempo, así que tuvimos suerte porque nosotros tuvimos dos. El miércoles, después de comer, decidimos visitar Viveiro. Era una visita un poco a ciegas. Volvimos a tener suerte porque nada más entrar en la oficina de turismo nos dijeron que iba a empezar una visita guiada, gratis, en cinco minutos.
Nos apuntamos y apareció el guía, un historiador según lo que dejaron entender sus palabras de presentación. ¿Qué sabe usted de Viveiro, estimado lector? Probablemente lo mismo que yo sabía antes, es decir, nada. Pues resulta que Viveiro, presuntamente Vivarium para los romanos según demuestran recientes catas arqueológicas, ocupa un enclave estratégico sobre la ría del mismo nombre donde los romanos pusieron un puente. La ciudad romana daría cobijo a una pequeña guarnición para tener controladas a las tribus del interior. Una muralla, de la que sólo se conservan tres puertas medievales,la rodeaba. En la edad media los viveirenses sufren a los vikingos, a los que intentan evitar subiéndose al cercano monte de san Roque en una primitiva forma de turismo: tú te quedas en mi casa pero no me matas.
La ciudad, bajo dominio real, está controlada por cuatro familias: los Alfeirán, los Páez de Cora, los Vizoso y los Gallo que se dedican a nombrar alcaldes y cortar el bacalao una vez al año en la, ahora inexistente, iglesia de Santiago. Existían otras iglesias en la ciudad y hay también un plaza mayor, o de Nicomedes Pastor Díaz, político y escritor romántico al que se puede situar por detrás de Zorrilla y Bécquer en el escalafón de autores románticos en castellano. Es de destacar también su obra en galego. La estatua que le rinde homenaje en la plaza le representa erguido y maduro, aunque parece ser que era jorobado a causa de la tisis. En fin, en Viveiro también hay un callejón muy estrecho que formaba parte de la antigua judería y una fuente de agua donde los franceses fusilaron a un uno por ciento de la población masculina como escarmiento por rebelarse en tiempos de la invasión napoleónica. Otra hija de la villa es Maruja Mallo, pintora surrealista y protagonista de una agitada vida sentimental que incluye entre otros a Alberti, Neruda y Miguel Hernández. El hecho de que el guía hiciese más referencias a su periplo amoroso que a su obra fue acogido con críticas de A y Ella, que opinaron que de un hombre no se hubiera dicho con quién estuvo y con quién dejó de estar.
Fueron dos horas de visita muy bien aprovechadas y aprovecho estas líneas para felicitar a la oficina de turismo por su iniciativa. También es cierto que el guía, Suso, metió dos gazapos, uno al decir que Miguel Hernández fue un poeta español en el exilio y otro al decir que Godoy fue ministro de Fernando VII.
Acabó la visita, se nubló el cielo, chispeó, volvimos a la playa, cenamos y nos despedimos de F y A hasta más ver. Puede que la próxima vez que les vea ya tengan a su niña en brazos. Y suma y sigue.
1 comentario:
¡Todo lo que has aprendido de Viveiro! En vista de los gazapos del guía, me entra la duda si toda la información que os dió, era la correcta o estaba moteada de inexactitudes. Tendré que leer algo sobre Viveiro. Besitos yo.
Publicar un comentario