
A las 8 de la mañana estoy delante de la puerta-ventana del estudio de IP. La contra-puerta-ventana está abierta y miro hacia adentro sin ver a nadie. IP sale del baño y dice que le he dejado a medio aliviarse pero que dada la hora mejor que nos vayamos.
Partimos pues. Atravesamos Ginebra, cogemos la autoroute blanche y salimos después del primer peaje en dirección a Meussy. En esta villa montañesa se celebra la fiesta de la castaña y de la sidra (no se sabe qué va antes, si la sidra o la castaña) y hay un jaleo considerable. Nos lleva un rato atravesarla y empezar la subida en dirección al col de la Ramaz. Tras un ligero despiste, encontramos el lugar de partida, aparcamos y empezamos a subir. El camino llanea entre abetos y riscos hasta llegar a un chalet, desde el cual pica hacia arriba hasta dejarnos en el col de Chalune. Desde aquí, se divisa nuestro objetivo. IP ha mirado en la web y está un poco mosqueado porque se describe la ascensión como difícil. En efecto, no deja de parecerlo desde nuestra atalaya privilegiada. Sopla un poco de aire y hace fresco, pero el día está claro y se ve enfrente nuestro desde el Mont Blanc hasta los Dents du Midi, y en medio las Jorasses, la Verte, el Dru, el Buet, Fer a Cheval, el Mont-Rond, la Pointe Percée, en fin, todas las montañas de la Alta Savoya desde el Leman hasta las fronteras franco-suizo-italianas y más allá.
Desde el col, el camino desciende unos metros hasta llegar a una cresta que recorremos, casi horizontal, hasta el pie de la ladera de la Roc d'Enfer. Allí el camino se empina apreciablemente y nos deja en un collado para continuar por la cara norte, fría y húmeda, con la roca algo resbaladiza. Contorneamos una torre y, cuando estamos a mitad de una subida no especialmente difícil por una especie de placa-canalizo, vuelvo a sentir los mismos miedos de cuando era un alpinista inconsciente y decido que hasta allí he llegado y que ya veré el infierno otro día. IP continúa despreciando el peligro y unos metros más arriba llega a la cima de la antecima. Como la continuación no se ve muy evidente, decide bajar y pasa unos momentos de tensión para destrepar un paso que a la subida no le pareció tan aserejé. Yo he descendido ya a un lugar seguro y le transmito mensajes de ánimo mientras evito mirar para no tener que ver como se despeña. A ver cómo le explicaba yo a su novia, con los reportajes que hace esa muchacha sobre alpinistas egoístas que no ayudan a sus semejantes en peligro, que en ningún caso podría yo haber hecho nada. Al final, IP consigue destrepar el paso en cuestión y continuamos el descenso. Una cosa que nos choca es que hemos visto a mucha gente subir y a muy poca bajar. Deducimos que estarán haciendo la travesía de la montaña y seguimos para abajo. En un momento dado, encontramos un papá, una mamá y dos hijas en edad de merecer y de merecer bastante, además. Nos preguntan si hemos subido a la cumbre y respondemos, con la verdad siempre por delante, que casi,casi pero que se pasan mucho miedo y muchas penalidades. Nos despedimos de tan encantadora familia y llegamos de vuelta al col de Chalune.
Varias parejas y grupos se encuentran diseminados por los alrededores del col. La pareja más cercana se encuentra a unos veinte metros de nosotros. IP comenta que el muchacho se le parece físicamente y que el lugar es un picadero. Aunque dice que la chica no le gusta mucho, que le gusta más su novia. Cuando la muchacha se levanta, IP dice que no está tan mal. La pareja pasa por delante de nosotros y el muchacho nos dice, alto y claro, en correcto español, "hasta luego". Deducimos que nos ha oído y que probablemente no se haya sentido ofendido por nuestros comentarios. Continuamos el descenso y en un momento dado el tema de conversación deriva hacia la pornografía. En ese momento, una señora que va delante de nosotros se aparta para dejarnos pasar y me pregunta: " ¿De dónde son ustedes?" "¿Nosotros?", respondo. "Sí, ¿españoles?" "Sí, yo soy de Madrid y él de Cataluña" "Ah, yo soy mexicana, encantada de conocerles", "Ah, qué bien. Hasta otra". Consolándonos con el hecho de que el argot mexicano y el español se parecen tanto como un huevo a una castaña, bajamos hasta el coche con una breve pausa para que IP termine de aliviarse. Un día estupendo, con un tiempo excelente, termina sólo empañado por los momentos de terror y la abundancia de hispanoparlantes. Volveremos a la roca del infierno y que se prepare Belcebú.
2 comentarios:
Con todos los respetos, Edunardo, ¿no crees que tienes un gran parecido con una persona de tu aprecio que tiene: 1) unas ganas locas de comerse el mundo, subir a todas las montañas y admirar sus paisajes grandiosos,
2) pero también que llegado el momento le asaltan los mismos miedos y, finalmente,
3) que le agobian las multitudes?.
Y esa persona dice que eres encantador. Muchos besos.
soy yo
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