El viernes se organizó una fiesta. Se celebraban el cumpleaños de Ella y el adiós de IP, el hombre que nunca protesta, que se va a currar a la capital del reino. Para tal evento, decidí ofrecerme como pinchadiscos, porque a mí en el fondo lo que me gusta de las fiestas no es andar de un lado para otro hablando con éste o aquél, no. En cuanto tengo ocasión, mi vicio favorito es acercarme al loro a ver qué música hay y qué puedo poner.
Un colega de IP me había pasado un programa que simula dos platos, con lo cual puedes tener sonando una canción y tener una en espera para facilitar los cambios o hacer sonar las dos a la vez, además de un montón de efectos, desde el típico scratch hasta loops, sonidos, etc... Yo había estado ensayando en casa con el programa al tiempo que buscaba música con mi mula por aquí y por allá hasta recoger cuatro gigas de los más grandes éxitos pasados y futuros de la música popular.
Llegó el día de la fiesta y casi sin enterarme, dieron las diez y comenzó a llegar gente. Opté por empezar tranquilamente y no tardaron en aparecer IP y AT, mi estimado compañero de sección, a tocar las narices. "Qué mierda de música pones", "¿cuándo vas a empezar a poner música?", "¿por qué no pones esto u lo otro?", etc... Yo había decidido no beber, porque beber y currar no es bueno, con lo que además se puede comprobar la evolución del personal. IP y AT siguieron tocando los cojones con los mismos comentarios o variaciones. Pude quitarme de encima a AT mandándole a hacer fotos, pero el trasiego de gente hacia mi "cabina" no cesaba. A las 11h30, tras ver que la gente se alejaba de la música (había demasiado phD in physics, que no suelen ser la alegría de la huerta), pinché los siguientes éxitos de la BSO de Dirty dancing: "Be my baby","hey baby" y otras cuantas con baby en el título, con lo que conseguí que un grupo de gente se pusiera a bailar y que una chica guapísima se acercara a decirme lo mucho que le estaba gustando la música y que por favor siguiera así, no parara, no parara. Era el momento de recurrir a viejos trucos, a las enseñanzas de los pinchas del Swing y al movimiento musical gay y al revival de los 70-80. Gracias a Jimmy Sommerville, a los Pet Shop Boys, a Madonna, a Gloria Gaynor, a Tarantino, a Wham, a Depeche Mode, a los 99 red balloons, a la estrella de radio y, por supuesto, a esos grandes héroes olvidados, a los Village People, sin los cuales el mundo de la noche y de las pistas de baile no sería el mismo. No dejaba de acudir gente a la mesa con peticiones de todo tipo, barricada, bon jovi, coldplay, una italiana pesadísima que quería reggae, un italiano borrachísimo que quería música italiana, un madrileño más borrachísimo aún y enorme que me quería cascar por la mierda de música que ponía, un burgalés algo bebido que quería rock en inglés porque el rock es en inglés o no es, un griego que me felicitaba por la selección musical, un polaco que me miraba fijamente sin abrir la boca... La gente se fue largando, la fiesta se fue acabando, era el momento del New York, New York y de empezar a recoger y limpiar, porque lo malo que tiene el alcohol es que vuelve sucia a la gente. En fin, ahora a ver si me llegan las fotos y muestro al mundo lo que fue aquello.
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