
Unas semanas cargaditas de trabajo dejan paso a un chorreo de comidas y celebraciones que ralentizan nuestro ritmo laboral. La semana pasada llevo a la sección a comer al Tordoya, los franceses protestan porque todo les parece caro y malo, y además sirven los platos muy deprisa. Los polacos, griegos y españoles se lo pasan bien y no protestan. Por la noche, repito en el Tordoya pero sin hambre ni ganas. El viernes hay reunión de grupo, que se reconstituye, y hoy reunión de departamento, que se reconstituye. Al final del evento, copa y canapés hacen las delicias de chicos y grandes. Como hito anual, el LHC avanza a buen ritmo hacia la meta final (aunque el jefe mete un par de trolas en la presentación) y la
historia de la pelota de ping pong que salvó el LHC.
Para los no angloparlantes,es la historia de como unos científicos introducen una pelota de ping pong en uno de los tubos del acelerador para detectar si una pieza de la interconexión ha sido dañada ¡desde dentro! La pelota lleva un emisor dentro y se localiza con los monitores de posición del haz. Cuando no se recibe señal, se entiende que la pelota está bloqueada y así se localiza rápidamente el punto donde hay que abrir y reparar. Cuanto ingenio y cuanto talento. Lo que no pase aquí.
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