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21 de abril de 2008

Männliflue

El sábado por la noche se unen al ya de por sí cosmopolita grupo, un italiano y un belga. A la mañana siguiente, empezamos a andar a las siete y veinte y estamos en la cumbre, 1300 metros más arriba, a las once de la mañana. Se anuncia buen tiempo, pero empeorando por la tarde, aunque nosotros solo vemos buen tiempo, con un sol de justicia, mientras subimos por la ladera del pico. El sol nos deja ver, no como ayer, la inclinación de la pendiente. Pero la nieve está bien y se sube más o menos tranquilamente. La bajada me mosquea, pero la nieve sigue estando bien, y en pocos minutos todos estamos al pie del pico. Solo nos queda descender el valle, por el que me he arrastrado por la mañana, hasta los coches.

Ventajas de madrugar, a las dos estamos cómodamente instalados en un bar del pintoresco pueblo de Horboden. Con las cervecitas, las patatitas, el solete, el viento y, allí al fondo, la nieve por la que hemos venido hasta aquí, cada uno desde un sitio.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

comprendo que no quieras volver a casa después de las bellezas que puedes contemplar y a las que puedes acceder. mil besos, ex-vecina.

Marikiya dijo...

Joer, qué envidia... Me voy a tener que prohibir venir a tu blog!
Qué chula la primera foto...