
Después de muchos años (¿siete?) sin subir a 4000 metros y aprovechando el transitorio estado de buena forma en el que me encuentro, me apunto de sopetón a la salida al Gran Paradiso. Una decisión de última hora, porque uno de los monitores del club de rando decide cambiar su salida y unirse al grupo inicial. Aunque por falta de plazas en el refugio Chabod, subiremos desde el Vittorio Emanuele. Somos siete, y empezamos a subir el sábado a la una con un sol de justicia y poca nieve, tan poca que tenemos que cargar con los esquís un buen rato. Después de la pausa picnic, podemos calzarnos los esquís y en un pis pas estamos en el refugio. La tarde pasa entre cervezas con limón, vino y patatas hasta la hora de cenar. A las ocho nos echan del comedor, porque el refugio está tan lleno que hay dos turnos de cena. Momento que aprovecha Ph, el
chef de course, para mostrarnos las ventajas del iPhone en montaña, con la proyección de Casino Royale.

Paso una noche típica de refugio, sin pegar ojo, y a las cinco salgo del saco porque el frío y la altura, como de costumbre, me han desajustado el intestino. Tras la visita al
signor Roccia, nos ponemos el traje de esquiador alpinista y comienza la ascensión. La nieve está dura pero aguantamos sin poner las cuchillas. La primera parte de la ascensión es relativamente tendida, pero al llegar a 3000 m se empina la cuesta hasta que llegamos al pie del glaciar, donde se nos une el grupo que viene del refugio Chabod. Hace un viento fortísimo y nos ponemos toda la ropa que llevamos. Seguimos hasta el depósito de los esquís, a unos 3800 m, y allí nos calzamos el piolet y los crampones y remontamos las últimas pendientes hasta la cresta cimera.

Un atasco monumental impide moverse en los últimos metros y convierte la sencilla trepada en un asunto peliagudo cuando tienes que pasar por encima, debajo o al lado de los alpinistas atascados. Sentado en una peña, a 4060 metros, con el vacío por detrás y con la masa rodéandome por los otros lados, empiezo el descenso hasta el depósito con la satisfacción de la ascensión bien hecha. El antiguo alpinista ríe por dentro: está de vuelta.
Fotos y más
fotos.
3 comentarios:
yo tambien lo recuerdo así(hace más de 6 años que fui).
poca nieve hasta los refugios y mucho atasco en la arista
Y las grietas del glaciar: de impresión, pero muy definidas (o sea, que no te caias por que si, .. te tenias que tirar)
Espero que en poco tiempo pueda yo también retomar estas bonitas activiades .. que realmente se echan de menos
A ver si aprovechas tu estado de gracia transitorio y cumples tu promesa: "Volveremos a la roca del infierno y que se prepare Belcebú", te dejo que te vengues por mí jj
No he vuelto a calzarme los crampones desde Chamonix y la forma fisica -con sus picos y valles- nunca ha vuelto alcanzar aquellas cotas.
Enhorabuena por la perseverancia.
Por cierto me voy a Boston el año que viene
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