
Y ajeno a todo esto, al final llega una prestigiosa empresa española de ingeniería a construir una central, arrastrando entre otros al señor C. Y le ponen un coche y una casa de planta imposible con una cocina sumergida. Y le hacen trabajar como a un sub-sahariano, en la opinión de estos cernícalos, que no es que no es que no trabajemos, pero que valoramos en gran medida nuestro tiempo de ocio. Pero se le ve bien en esta bonita ciudad, al lado de un río enorme y con un centro muy ordenadito y muy mono, recuerdo de sus civilizados fundadores, aquellos teutones de los que hablábamos al principio. Y quién nos iba a decir que algún día acabaríamos en Letonia. Para que no queden dudas, aquí van las fotos .
Actualizado el 7 de junio: Artículo sobre Letonia en el Economist.
No hay comentarios:
Publicar un comentario