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4 de agosto de 2008

El J se despeña

Semana agotadora, menos mal que me voy mañana de vacaciones y así podré descansar. La visita de mis primos me ha dejado la despensa llena de embutido del bueno, del que doy buena cuenta solo o en compañía de otros. El fin de semana, aprovechando que dan buen tiempo, se dedica al monte, y aquí es donde el asunto se pone emocionante.



Me voy con M y J a la Pointe Percée. La primera vez que subí a este paradigma del excursionismo extremo llevaba unos meses en Gva. Me acompañaban IB,PG y MP y bajando del pico se me ocurrió resbalar en el nevero y bajé y bajé como por un tobogán hasta que se acabó el nevero y aterricé contra las piedras. Tras un instante de perplejidad, vi que todo funcionaba y que solo me dolía el culo, me reuní con mis compañeros y seguimos bajando sin más.

Esta vez, es el J el que se lanza por el nevero, resbala y aterriza contra las piedras. Con la mala fortuna de que el hombro izquierdo se le sale del sitio. Detrás nuestro bajan cuatro médicos, pero ninguno es especialista en huesos y no consiguen meterle el hombro en su sitio. A cambio, le dan cuatro pirulas para que se le pase el dolor y bajan al refugio de Gramuset a dar parte del accidente. Mientras esperamos al helicóptero, el J da muestras de entereza espartana y no se queja mucho. Al cabo de un rato sube la guardiana del refugio a decirnos que ya viene el helicóptero. Pasa otro rato y desde el refugio nos anuncian a gritos que el susodicho aparato tiene otra intervención más urgente y que se retrasa un poco. A eso de las 18:20, un par de horas largas después del resbalón, aparece el helicóptero entre la niebla. Se coloca encima nuestro, montando un pollo infernal, y bajan el médico y dos gendarmes que en dos patadas le colocan un arnés al accidentado, le suben al cacharro como un salchichón y desaparecen entre la bruma en dirección al hospital de Annecy. Las conclusiones son: el helicóptero enfría, proyecta gravilla y lo vuela todo.




Cuando M y yo llegamos al hospital de Annecy, J ya está fuera hecho un pincel. Además la anestesia que le han dado le ha puesto bastante contento y encima no tendrá secuelas, así que bien está lo que bien acaba.





El domingo, más de tranqui, me voy con E y R a los Rocher de Leschaux, un lapiaz con hitos, cuevas refrigerantes y un sol que te torra. Acabo cenando con J y M en Divonne, en un café de cocinera zamorana donde por unos eurillos cenamos bastante bien. Y así celebramos lo bien que ha acabado todo y que nunca más haremos el gilipollón en el monte. O sí, vaya usted a saber.




Fotos

4 comentarios:

marmagba dijo...

Es que mira que es tron el JO :) Pero es lo que tiene vivir la vida loca:D

que se recupere pronto!

Anónimo dijo...

pobrecito! la luxación no es grave si logran ponerte la articulación en su sitio sin grandes roturas de fibrillas y nerviecillos; pero es muy importante la rehabilitación posterior para no perder la flexibilidad y poder recuperar todo el movimiento. ¡ánimo! para J. y un beso muy fuerte para tí, ¡qué bonitas fotos! ex-vecina.

Anónimo dijo...

:-O Oooohhhh!!!!

Se repite el hundimiento del hombre... espero que se recupere bien!

Un saludo desde Múnich

arpo dijo...

joder, recuerdos al JO, que se recupere pronto!