Páginas

15 de junio de 2009

Atomiade


Hace ya unos meses Jtrón, que siempre está a la búsqueda de nuevas formas de esparcimiento, empieza a estudiar la posibilidad de participar en la Atomiade con el equipo de baloncesto del CERN. Yo, aunque en aquellos momentos ya estaba con un pie y medio fuera de ese templo del conocimiento, decidí que sí, que me apuntaba. Y como yo decidieron otros cuantos y cuantas, entre viejas glorias, familiares, mercenarios y fichajes de última hora.

El evento tenía lugar en Berlín,ciudad con un encanto especial y con un precio de la cerveza bastante razonable, así que 1200 deportistas de varios prestigiosos centros de investigación europeos tuvieron la misma idea que nosotros y para allá que se fueron, entre ellos, varios corredores mozzarellos a los que así volvía a ver el gepeto.

Centrándonos en lo puramente deportivo: con un par de días de antelación, Jtrón me anuncia que me nombra entrenador del equipo. Dados mis conocimientos tácticos, la labor se reduce a repartir minutos entre los diez jugadores y dar consejos del tipo "Habría que meter alguna canasta" o "En defensa estamos bien, pero en ataque no sé qué nos ha dao". Para mi sorpresa, el sábado somos capaces de vencer a los dos equipos que nos caen en suerte, unos italianos marrullas y unos alemanes enormes con una actuación destacada de todo el equipo: nuestro veloz base chino-canadiense, las ametralladoras suecas de la familia O, nuestro valladar franco-hindú, el amigo americano, la ultracompetitiva alero gallega, el amigo ruso moldavo, la francotiradora holandesa y esos dos prodigios todoterreno de la generación del 72 que ustedes ya conocen.

Se ve al equipo relajado y de buen rollo mientras esperamos la final del domingo. Yo estoy algo estresado, pero es pa divertirme, vaya. Qué sería de la existencia sin un poco de sana tensión de vez en cuando. Y para tensión, la de la final. Después de ir por detrás todo el partido de los perfidos albionenses a los que nos enfrentamos, conseguimos remontar diez puntos y ponernos por delante. A falta de cuatro segundos, y con empate en el marcador, nuestra ametralladora sueca tiene dos tiros libres que, malhereusement, falla. Un último triple a la desesperada tampoco entra y pasamos a la prórroga. Nuestros jugadores van siendo eliminados poco a poco y yo decido arrogarme el papel de mesías y defender a la estrella del equipo contrario, que, gracias a quien sea, da muestras de fatiga después de cuarenta minutos de cargar con su equipo a la chepa. En la última jugada, y aún con empate, me veo con la pelota debajo del aro y no consigo más que tirar la pelota fuera de banda. Nueva próroga en la que se nos va el invento al garete y acabamos perdiendo de cuatro. En fin, medalla de plata al coleto y ligera desilusión.

La gente se dedica a pasearse por la tarde y a las siete estamos en la ceremonia de clausura. Tras la cena, la tensión se masca en el ambiente hasta que una banda toma el escenario de la sala en la que nos encontramos y se desata el infierno. Los deportistas allí presentes, llenos de energía, saltan, bailan, gritan y se desfogan hasta las dos de la mañana que es cuando a la cenicienta se le convierte el chocho en sandía o quizás es que a esa hora sale el último autobus puesto por la organización para devolvernos al hotel. Despedidas al canto y me tumbo un par de horas antes de coger el avión de vuelta a MAD. En fin, que viva el deporte y ustedes que lo vean.

1 comentario:

Anónimo dijo...

si llegais a quedar los primeros no se que juerga os ibais a correr. Besos, P.