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13 de octubre de 2009

El derecho al cambio de rumbo

Se reúnen varios personajes en casa del señor alto un domingo para ponerse ciegos de churros y porras. T hace unos cálculos muy sui géneris y trae tres docenas de churros y unas cuantas porras de gran longitud y diámetro que hacen las delicias de niños y grandes. Con T viene A, su señora esposa, a la que hace poco han encargado en TVE la dirección de una serie de programas, cuyo primer epidosio se puede ver aquí. Resumiendo mucho el argumento del programa, en este se narra el encuentro entre una joven estudiante de moda y un modisto consagrado que explica a la novata los secretos del oficio.

A mí estas cosas me interesan mucho (no la moda, sino la realización de programas), así que empiezo a preguntar detalles del tipo por qué, cuánto y cómo hasta que A nos cuenta que, al principio, la candidata a joven estudiante tenía treinta y tantos años y decidieron cambiarla por una más joven porque no quedaba bien alguien demasiado maduro. Medio en serio, medio en broma, y después de comprobar que el número de gente quemada con su trabajo es bastante elevado, surge la polémica de por qué el reciclaje profesional está mal visto a ciertas edades. Es decir, si un ingeniero de 37 años, por poner un ejemplo cercano, está hasta la polla de su trabajo y quiere convertirse en otra cosa, pongamos por caso músico de jazz o pintor de brocha gorda, ¿por qué se le niega o se le dificulta la reconversión? ¿por qué se le mira mal? En los últimos años varios tabús han caído por los suelos, puedes divorciarte, casarte con gente de tu mismo sexo, follar antes del matrimonio, tener hijos sin estar casado y otras muchas cosas que nos hubieran llamado mucho la atención en los 80, por ejemplo. Sin embargo, da la impresión de que en el terreno laboral se sigue con la idea de una profesión para toda la vida... puaggh...

3 comentarios:

La terapia dijo...

Tienes toda la razón del mundo :) Pero esa actitud adversa de los demás no sólo sucede cuando decides un cambio profesional teniendo más de treinta...Te lo digo yo que lo hice con sólo veintitantos.
Conclusión: ninguna, pero si estás deseando cambiar de curro hazlo. Y que no te importen una mierda ni la edad que tengas ni lo que piensen los demás :) yeahhhh!

MBTO dijo...

De acuerdo con tu reflexión, sobre todo con la última palabra. Añado la mía personal:
a los que tienen losas familiares del tipo "esperar a que tus hijos sean independientes pagándoles la vida durante los próximos 30 años" el cambio les suena a bonito cuento, pero a los que triscan por los montes de la vida sin esas losas el cambio les debería resultar un desafío. Por qué no cambiar?
Por el cambio.

marmagba dijo...

Pues a mi también me ha gustado esta reflexión bloggera... aunque como dice mi hermana "Los problemas de los otros siempre parecen pequeños"... y es que: Quien quiere dejar de ser ingeniero??? :)