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12 de enero de 2010

2010

Cuando estaba en el colegio pensaba que el tiempo pasaba muy despacio y que cuando llegara el año 2000, ya tendría 28 años y machacaría en las canastas de minibasket del patio. El año 2010 no entraba en mis planes a largo plazo y no era más que un posible título de película de ciencia ficción. El 2010, madre mía. Ahora que ya estamos en el 2010 y que hay tantas cosas de ciencia ficción, pero no del tipo que imaginaba yo, pienso lo mismo: madre mía.

Y llegó el 2010 y con él el momento de echar la vista atrás y pensar si volverme a Mad fue una buena idea. Más o menos. No me voy a quejar. En el fondo, es dífícil estar satisfecho todo el rato, cuando no es una cosa es otra la que te preocupa, pero he encontrado perlas en Mad a cambio de perder las perlas de Gva. Aquí es todo menos cosmopolita: no conozco canadienses ni italianos ni suecos ni franceses en la misma proporción que allá; y la ciudad es más grande y lleva tiempo ir de un sitio a otro y siempre hay mucha gente en todas partes y a veces no encuentras a la gente para hacer lo que quieres, pero en fin, más se perdió en Cuba. Los Gvnos están de momento en Gva y si quiero verlos no hay más que ir pallá un fin de semana, aprovechar para pasear por esas calles tan familiares y tan extrañas y disfrutar de la nieve y del frío. Y luego volver, volver al Mad de invierno a perderse debajo del edredón y esperar a que llegue el momento de empezar 2010 oficialmente.

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