Un poco antes del sarao recibo una llamada de mi brother diciendo que I ha muerto. Después de un montón de años luchando contra la enfermedad del siglo XX, no ha podido más y deja a su nena y a A.
Paso el sábado por la noche por el tanatorio Norte de Mad. Está en una zona industrial en la que no hay nadie. Allí están las viejas glorias del GAII, muchos de los cuales han estado al lado de A durante estos años y a los que reencuentro tras mucho tiempo sin verlos.
El domingo me acerco al crematorio de la Almudena. Saludo a la familia de A, a las viejas glorias y al propio A. Salgo de allí y me doy un paseo por dentro del cementerio. No me cruzo con nadie. Muchas de las tumbas están en mal estado de conservación y sobre algunas lápidas hay botellas de coca cola de plástico en lugar de flores. Llego al final a un poste de parada de autobús. Decido esperar a que pase y salgo del cementerio en autobús. Nadie sube, y aunque me quedo con ganas de preguntarle al conductor si el servicio tiene mucho público, me quedo en silencio mientras pasamos por delante de las hileras de nichos,de campos de lápidas y de mausoleos y no puedo evitar fijarme en nombres y fechas.
Cambio de autobús y me voy a la puerta del Sol, allí bajo hasta Tirso de Molina y luego voy por Jesús y María hasta la plaza de Lavapiés. Un poco antes de llegar me ofrecen hash y coca. En Embajadores me ofrecen más hash. En la parada del 60 dos policías observan como un yonqui recoge sus pertenencias del suelo antes de llevárselo en un Picasso. En Plaza Elíptica hay otro control policial, y paso por delante de un madero con un H&K. No entiendo nada, pero la vida sigue.
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