7 de enero de 2012
Tenerife
Salimos de nuevo de Mad un día 1 a las siete de la mañana y unas horas después estamos en medio del océano. Desde las alturas se divisan otras islas acá y allá y, allá en lo alto, vemos lavas y diques fonolíticos y, dominándolo todo, un volcán. Qué bonito. Armados con nuestra guía R, subimos al Guajara, atravesamos los barrancos del valle de la Orotova y paseamos por las crestas sobre Masca. La belleza del paisaje sólo se ve empañada por los cientos de kleenex que jalonan los bien mantenidos senderos excursionistas tinerfeños. Dado que la práctica totalidad de gente con la que nos cruzamos son teutones, deducimos que las teutonas son un poco cerdas, ya que presuponemos que los teutones no se secan la minga con un kleenex cuando mean en el monte. Así que, teutona que lees este blog, no tires los kleenex cuando vayas de excursión a Canarias, mételo en la bolsita de la basura, por favor.
Nuestra base de operaciones está en el pintoresco pueblo de Vilaflor, a bastante altura. Es un pueblo tranquilo, que se despereza a la hora de la comida cuando los turistas acuden a visitarlo. Por la noche, es aún más tranquilo y cuesta encontrar un sitio abierto. Aunque subsistimos gracias al restaurante el Sombrerito, que nos adoptan y alimentan a un módico precio. Pero al final, como siempre, llega el momento de irse y de volver a respirar el aire puro, purísimo, de nuestra bella ciudad.
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