Esta vez le toca a C descubrir este rincón de la Pedriza. Afortunadamente, y al estar lejos de las rutas más frecuentadas, se observan menos pañuelos de papel abandonados. El camino de subida llega al Elefantito por su espalda con lo que no se le ve la trompa hasta que se está al lado. Aparte, da tiempo a identificar una
hirundo daurica que vuela alegremente sobre la gran cañada y a comer un poco de pan con queso mientras espantamos a las avispas. Un día perfecto.
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