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27 de agosto de 2012

El Purgatorio

El Purgatorio está cerca. Habrá que ver quién le puso el nombre a una bonita cascada en medio de un raro cañón granítico, pero en fin, que en compañía de mi madre y de la ex-v hacemos la excursión al revés, es decir, primero bajando y luego subiendo. Para variar.
El camino parte del refugio de la Morcuera que, salvo el abrigo abierto, está bastante chapao. La fuente que yo recordaba en una de las paredes del edificio ha desaparecido y una que está a las afueras no tiene grifo ni agua. En fin, vamos abastecidos y empezamos a bajar por la pista hasta que llegamos al refugio del Aguilón, también cerrado, y de ahí nos desviamos hasta una caseta que aparece en el mapa como Aula de la Naturaleza. Sin sorpresas, también está cerrada. Desde el aula cogemos ya por la orilla del arroyo del Aguilón, al principio entre pinos y más abajo al solete, pero no hace excesivo calor en estos parajes. Tampoco hay mucha gente, aunque a pesar de esto me da tiempo a recoger una lata de mejillones, dos de cerveza, un par de bolsas, una camiseta, un pañuelo, un par de kleenex y una compresa estratégicamente situada en lo alto de la cascada del Purgatorio. Amo a mis semejantes casi como a mí mismo. Después de hacer un poco el cabra en los alrededores de la susodicha cascada y observar las evoluciones de varios ptyonoprogne rupestris, empezamos a remontar el arroyo para volver al puerto. Paramos a comer a la sombra de los pinos, nos remojamos los pies y veo lo que podría ser, o no ser, un luscinia megarhynchos. Al llegar al aula de la naturaleza, propongo ir por un camino que aparece en el mapa remontando otro arroyo. En el mapa está, pero en la realidad sólo encontramos tramos y al final nos tiramos pinar arriba hasta que salimos a la pista a escasos metros del refugio. Bien está lo que bien acaba.

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