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22 de agosto de 2012

Alerta naranja

Huyendo de la alerta naranja, que por el día te hace sudar y por la noche no deja dormir, subimos el domingo a la sierra a recorrer el popular camino Schmidt que, como va por la cara norte de Siete Picos y discurre por un pinar, te quita del sol y el calor un rato. En un momento dado, nos desviamos del camino y subimos a la Fuenfría, donde tras ver las nubes amenazantes, decidimos dejar de lado el resto del programa y bajarnos hasta Cercedilla. Al principio del camino nos sobrevuela un aquila chrysaetos y al final vemos lo que puede ser un garrulus glandarius, que a pesar de ese nombre tan peyorativo es un bicho muy bonito.

El lunes se produce la vuelta al trabajo y la primera lectura de correos basta para hacerse una idea de lo que nos esperan: todo el mundo tiene prisa, urgencia y necesidad. Yo solo tengo ganas de que se acabe de una vez este proyecto de @#$%*!! y poder dedicarme a otra cosa. El martes quedo a comer con P y, aparte de contarme su último accidente aeronáutico, me muestra las fotos de un pájaro multicolor que resulta identificado, gracias a la mega-guía, como un merops apiaster. Constato además, en mis paseos hacia el prestigioso etc..., que los apus, los delichones y los hirundos han desaparecido de los cielos madrileños quitando algún ejemplar despistado y que han aparecido, de la nada, los sturnus unicolor Aunque nadie lo diría, viendo los termómetros de las paradas de autobús marcando cuarenta y tres grados, el final del verano está cerca.

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