Todos los días de safari, ni que fuera el rey. En fin, comencemos.
Nada más llegar al terreno veo a esta simpática myiopsitta monachus posando en lo alto de una rama. El gobierno regional las quiere exterminar por ser especie invasora, pero de los cabrones que las comercializan y los que las sueltan no dice nada.
Este parus ater no es invasor, y si uno se fija se los puede encontrar en cualquier conífera alimentándose. Son pequeñitos, eso sí.
En un momento dado, prosigo mi paseo y veo a unas pica pica alborotadas, intentando ahuyentar a algo o a alguien. ¿Qué es eso?
Pues tras consultar mi guía de campo, resulta ser un athene noctua, los del refrán de cada athene noctua a su olivo. Y no sólo hay uno, sino que hay dos. El segundo me observa fijamente mientras me acerco, pero se deja fotografiar con la precaución de cambiar de pino de tanto en tanto. No quepo en mí de gozo.
Bajo hasta la CU. En la parte trasera de la EJ había visto unos lanius senator la semana pasada, pero esta vez lo que veo son muchas hirundo rustica sobrevolando el campo segado a gran velocidad y baja altura. Resulta casi imposible pillarlas, se hace lo que se puede.
Los dioses del ornitólogo aficionado me sonríen. Un poco lejos, pero visibles, hay dos merops apiaster posados en las ramas de un árbol. Al poco despegan pero inmortalizados quedan.
Un corvus monedula nunca está de más. En el zoo se las ve más cerca, pero el zoo tiene truco, es como un comedero gigante y eso quita autenticidad.
Y aunque ayer tuve sobredosis de columba palumbus, estas dos están tan monas en la rama del pino con las últimas luces de la tarde, que bien se merecen figurar aquí. Otro día, más.
2 comentarios:
mi niño a lo que se ponga
ex-v
¡Me encanta la fotanga del mochuelete! :)
Publicar un comentario