Tras las actividades prenavideñas de rigor, en donde tuve la oportunidad anual de ver a los emigrantes y a los exiliados interiores, me fui a Lp, volví a Mad, celebré la nochevieja dos veces y nos fuimos a Úbeda con los trones y demás familia. El tiempo ubetense se distinguió por la abundancia de precipitaciones así que nos dedicamos a comer y a jugar al parchís, al uno o al ajedrez en el salón del hotel, que era muy confortable.
Uno de los días, entre chaparrón y chaparrón, nos metemos en el centro de interpretación del olivo. La exposición no está mal, pero en Mitilini hay un museo en una antigua almazara mucho mejor, ya que se pueden ver las máquinas y las pantallas son más interactivas, no una mera sucesión de videos. El momento estrella llega cuando el Jtrón y yo mismo nos apuntamos a una charla sobre catas de aceite en la que nos inician en los secretos de este producto y del que, particularmente, salgo bastante satisfecho tras un rato muy entretenido.
En fin, volvemos a Mad con un cargamento de aceite recién exprimido y pasamos a la simpática festividad de los rrmm. Mis sobrinos reciben un cargamento de objetos y nosotros también nos llevamos algo, ya que el mensaje antiobjetos no termina de calar entre el público asistente. No entiendo por qué, pero no cala.
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