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18 de abril de 2014

Madeira

Tras un par de años sin visitar las islas de la Macaronesia, nos liamos la manta a la cabeza y nos vamos a Madeira. A pesar del choque cultural con el idioma y costumbres portuguesas, ese país raro en el que se habla una especie de gallego con acento ruso, sobrevivimos a siete días de estancia en el que nos paseamos por estrechos caminos al borde del mar o al borde del precipicio mientras sometemos a los frenos de nuestro carro de alquiler al tormento de las horribles cuestas madeirenses. En fin, la isla es muy bonita, los desniveles, impresionantes; el tiempo, variable; y aprovechamos para dar vueltas de un lado al otro de la isla sin dejar de sorprendernos nunca de las vistas que aparecen por todos lados. Y sí, en Madeira también hay pájaros. Muchos de ellos son subespecies locales como el fringilla coelebs madeirensis ( que vive sobre todo del pan que le tiran los excursionistas ) y otros son más tímidos pero también se dejan ver entre las ramas de los árboles ( regulus madeirensis ). Aparte, vemos una especie de pato desconocida para mí y que tras sesudas investigaciones podrían ser unos cairina moschata asilvestrados.

El tiempo nos limita un poco a la hora de hacer excursiones así que tenemos unas cuantas pendientes y una excusa perfecta para volver a visitar la isla. Volveremos.


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