Mi nueva vida académica me tiene un tanto atareado últimamente, así que no me queda tiempo para practicar mi afición favorita: el safari. Esta vez, de paseo por el suroeste peninsular, me acerco a pata hacia la costa y voy encontrado simpáticos animales de esos que no se ven en Mad y alrededores.
El primer bicho que me encuentro es este bubulcus ibis que al principio está tan tranquilo en un prado hasta que viene el gilipollas de la camarita a turbar su paz. A su favor, puede salir volando cuando quiere y así permitir que el susodicho gilipollas ponga a prueba su pericia, su pulso y el autofoco de su cámara.
Al día siguiente, de paseo por las marismas del rio Piedras, veo aproximarse a baja altura este ave. Como resulta mucho más agradecido intentar sacar bichos grandes en vuelo que aviones o vencejos, le tiro la foto. Al principio, pienso que es otro bubulcus pero luego me doy cuenta de que le faltan las plumas anaranjadas y de que tiene el pico más negro que el carbón, así que concluyo que se trata de una egretta garzetta y me quedo tan ancho.
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