Ayer quedamos a comer con una pareja de amigos a los que no veíamos desde hace algún tiempo. Estos muchachos se apuntaron a unos cursos de salsa y acabaron hechos unos campeones y ahora andan haciendo proselitismo salsero por el mundo. Ella también es aficionada a estas cosas y llevaba un tiempo dándome la murga con lo de las clases de baile, que si tango, que si valses, que si esto y que si lo otro. Por esas casualidades del destino, ayer era el inicio de un curso salsero para debutantes y nuestros amigos nos convencieron para que fuéramos. Me recordó un poco a aquellos concursos de dibujo que organizaban en el colegio en los que siempre salías seleccionado pero luego el objetivo era venderte una enciclopedia ilustrada.
Ya convencidos, aparecimos en la sala de baile de marras. Todavía me dura la versuenga.
Hacía un calor de morirse, sólo era capaz de bailar bien con Ella y con todas las demás me confundía, me atascaba y además intentaba no levantar mucho el brazo para que mis partenaires no se desmayaran de la impresión. Al final la cosa fue saliendo y llevo repitiendo el un-dos-tres pausa mentalmente desde ayer. Espero que nadie lea esto.
2 comentarios:
me encanta que aprendas a bailar lo que sea, es mentalmente muy sano y según dicen se adelgaza mucho y se mantienen flexibles las articulaciones (no es que lo necesites todavía esto ùltimo)
Yo el baile, desde mi bochornosa iniciación al tango y mi confesada incapacidad coordinativa, lo dejo para alguna que otra borrachera en la que el Break Dance posee mi cuerpo y le dejo hacer para sorpresa de los circundantes y enfado de mi Amada.
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